domingo, 14 de noviembre de 2010

Crítica: Twitter, un balance crítico

Twitter: un balance crítico


Desde mi nueva Blackberry indiana twitter representa una forma muy cómoda de postear para la red pequeña, la personal. Me doy cuenta de que llevo meses sin twittear casi nada. En parte lo he sustituído con miniposts, al final más conversacionales. La mayor parte de mi red y mis conocidos, incluídos los que eran más twitteros en su momento, han abandonado también. ¿Pasó la moda? ¿No había más? ¿No se puede aprender nada?
Pablo Mancini, desde el centro del huracán de la explosión de Twitter en Argentinaasegura que se debe a una resistencia a la postmodernidad y se centra en la naturaleza distribuída (¿distribuida?) de la arquitectura y la forma fragmentaria del relato.

¿Resistencias a la postmodernidad?

He de confesar que a pesar del respeto que me genera todo lo que Pablo escribe, su argumento no me convence. La liquidez de la postmodernidad que él mismo subraya, hace precisamente que las resistencias modernas queden subsumidas por una globalidad postmoderna. Las resistencias no generan menos uso, sino más y es esa extensión la que subsume lo moderno con su inevitable lógica de la escasez, en toda tecnología de la abundancia.
El ejemplo: la WikipediaDifícilmente es posible encontrar un proyecto más moderno, más neo-dieciochesco y con una tendencia tan clara a fabricar/apropiarse de un pretendido relato único y universal. ¿Qué ha pasado a un año de nuestros debates? Pues que la diversidad irreductible de los relatos estalla necesariamente sobre las redes distribuidas. La red se ha poblado de miles de contextopedias: desdela de los fanáticos de Lost a las propias de los blogs pasando por las aún más modernas que el original que añoran una edición más profesionalizadaLa Wikipedia, como modelo único, como relato unificador, ha muerto por extensión del uso de la propia herramienta que la sostiene sobre la red distribuida. Eso esPostmodernidad.

Lo postmoderno y lo moderno en twitter

Pablo fue el primero en ver los valores postmodernos de twitter. Valores que para mi apuntaban a una crisis del blog clásico pareja a una redefinición y ampliación del campo de la blogsfera. Una redefinición que iba del yo al nosotros y de la red de personas una red de cosas, lugares y personas que generan una nube informativa global, omnipresente y densa que puede y es armada en una multitud de relatos.
Con todo, en todas mis últimas conferencias he insistido en que la dimensión de las cosas hablantes y geoposicionadas, que es hacia la que apunta twitter, no deja de ser problemática. Y precisamente por ello la visibilidad permanente y peremne genera resistencias, resistencias que no son precisamente a la postmodernidad, sino a la esencia misma de la Modernidad y sus instituciones tal y como las describíaMichel Foucault. Para muchos la cruda emisión contínua del yo hago hace que la red generada se parezca demasiado, siguiendo a Foucault, al patio del colegio, el psiquiátrico o la prisión. La visibilidad total es el control total posible. Tal vez por éso, de mi red twittera original, la mayoría de los que quedan más activos son los que han cerrado la lectura de sus mensajes a externos a la red intima.

Hacer y dar sentido

Por otro lado, lo liberador de la postmodernidad -paradójicamente prometéica en ésto- es que pone en cada cúal, en cada red, la tarea de dar sentido a través de su propio relato, por si o en red con otros. La fragmentación no es por sí un rasgo de postmodernidad. La descontextualización mucho menos si no se da en el marco de una recontextualización, de una elaboración de discurso, de una reapropiación del propio sentido.
Cuando twitter comenzaba a estallar en la blogsfera hispanófona, la aparición de rankings generó un fenómeno similar al que originalmente había ocurrido con Orkut: muchos usuarios, compitiendo en lógicarankista, buscaron redes que excedían en mucho su red social real, el espacio donde ellos mismos eran capaces de dar sentido a una (o varias conversaciones).
Se excacerbaba así el problema de la multicanalidad de twitter: al solaparse las redes, te ves en muchas conversaciones de las que sólo te es visible una parte. Por ejemplo si tus únicos contactos argentinos en twitter son Lore y Pablo, tu twitter será una adivinanza permanente y abrumadora de una conversación ajena. En este marco el qué hago se dilata y dilata, compensando con velocidad la falta de intercambio real. El carácter diácronico se pierde. La acción y su relato aparecen como sustitutivas de la conversación. Volvía el fantasma de Marinetti y twitter daba miedo… una vez más no por postmoderno sino por todo lo contrario.

Usos y triunfos de twitter

Twitter en cambio ha triunfado en tres ámbitos:
  1. Microredes personales: aquí sí articulando conversación de un modo diacrónico en redes muy pequeñas de amigos que han sobrevivido a la erosión del número de usuarios
  2. Como canal de emisión corporativa o de gestión de marca. Es decir con un uso que no amplia la conversación, sino que constituye un canal más de emisión y una forma de permitir a otros mostrar adhesión con la imagen pública creada. Se trata de usar twitter como un myspace con alarmas. Ejemplos de este tipo de uso serían John Edwards, modestamente feevy o más claramente algunasblogstars.
  3. Como espacio conversacional general donde la blogsfera es más reciente. En este sentido, creo que no es casualidad que los tres entendedores de twitter que cita Pablo al comienzo de su post sean argentinos. Twitter en aquel país está, tal vez, sobredimensionado porque absorve funciones que serían esperables como producto de la extensión de los blogs.

¿Un futuro para twitter?

Sí, seguramente, pero no como ese chat distribuído y diacrónico que pudo ser y que a día de hoy sólo es en espacios restringidos. La ausencia de conversación cansa. La alternativa y el futuro puede estar en ir un paso más allá por la vía del canal, hacia la lógica de los servicios y dejar que estos se integren en la microconversación de la red íntima… si sigue existiendo.
Tal vez entonces, vuelvan tantos amigos que hoy marchan aburridos y con razón, por no poder aprender nada.

Por: David de Ugarte

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